Alberto Castillo, “El choclo“, película “Por cuatro días locos“, 1953.

El gran Alberto Castillo interpretando “El choclo”, el tango compuesto por Ángel Villoldo, con letra de Enrique Santos Discépolo y Juan Carlos Marambio Catán, en la película “Por cuatro días locos”, dirigida por Julio Saraceni, estrenada en el año 1953. En este fragmento también podemos ver al actor Mario Pugliese “Cariño” realizando la presentación. Alberto Castillo (Buenos Aires, 7/12/1914 – Buenos Aires, 23/07/2002) es un grande del tango, uno de los más populares cantores de la música ciudadana, que se mantuvo vigente y presente en el corazón del público hasta sus últimos días. Su estilo muy personal, canyengue y bien tanguero, su perfecta afinación y su particular repertorio, en el que incluyó con enorme éxito hasta candombes, lo elevaron a la categoría de ídolo. Pasó por las orquestas de Julio De Caro, Augusto Berto y Mariano Rodas, hasta llegar en 1939 a la de Ricardo Tanturi. El binomio Tanturi-Castillo es uno de los más emblemáticos del tango, y en los cuatro años que duró, hasta 1943, tuvieron un resultado arrollador en materia de convocatoria, y de gran calidad en lo que hace a sus registros discográficos. La dimensión del éxito alcanzado lo llevan a abandonar definitivamente su profesión de médico ginecólogo para dedicarse exclusivamente al tango. De esta época podemos citar, entre tantos : “Así se baila el tango”; “Recuerdos”; “La vida es corta”; “La serenata (Mi amor)”; “Moneda de cobre”; “Al compás de un tango”; “Bailongo de los domingos”; “Noches de Colón”; “Madame Ivonne”; “Pocas palabras”. Al dejar la orquesta de Tanturi se inicia como solista, no mermando en absoluto la idolatría que le profesa el público, y extendiendo su labor a otros países del mundo, siempre con mucha repercusión. Fue en este período que introduce con gran suceso el candombe, siendo el primero “Charol”, al que le siguió, entre otros candombes, “Siga el baile”. Son también del período como solista otros grandes éxitos como, para mencionar algunos, “Manoblanca”; “Anclao en París”; “Amarras”; “Adiós pampa mía”; “Ninguna”; “Los cien barrios porteños”; “Y sonó el despertador”; “Nubes de humo”. A lo largo de sus años como solista fue acompañado por orquestas dirigidas, entre otros, por Emilio Balcarce, Enrique Alessio, Ángel Condercuri y Eduardo Rovira, quien hizo en 1949 un novedoso arreglo para la versión de Castillo de “Pobre mi madre querida“. Su talento y popularidad lo hacen llegar en 1946 al cine, incrementando aún más la dimensión de su figura. Algunos de los filmes que protagonizó son: “Adiós pampa mía”; “El tango vuelve a París”; “Alma de bohemio”; “La barra de la esquina”; “Ritmo, amor y picardía”; “Luces de candilejas”; “Nubes de humo”. Imposible no admirarlo. Imposible no quererlo. Imposible no sentirlo parte nuestra.
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